lunes, 1 de febrero de 2016

Lluvia, fuego y ceniza.


Versión de "El Decamerón"

En este trabajo la idea era hacer una versión de el Decamerón, pero me ha surgido algo diferente. No se adapta fielmente al Decamerón, pero me he propuesto mezclar tanto la estructura de la obra de Boccaccio, con un intento de alegoría al más puro estilo de Dante y he intentado plasmar la idea del amor cortés de Petrarca. Esto es un texto muy modesto que no tiene comparación con estos autores, pero he hecho lo que he podido para plasmar algo de cada uno así como el movimiento literario que engloban en este relato.
 Espero que os guste, y me gustaría recibir criticas. Gracias.

LLUVIA, FUEGO Y CENIZA.

Hacía tiempo que no se sentía tan bien, la lluvia rozando su blanca piel de porcelana y su pelo rojo fuego enredándose entre los dedos de Ricardo como si quedaran atrapados entre las ramas de los pinos, jugando y corriendo como niños que no conocían nada más que su tierna inocencia. La lluvia fue creciendo golpeando cada vez más fuerte las cabezas de los jóvenes que buscaron refugio dentro de un gran tobogán cerrado.
Allí se sentía a salvo, aún con la ropa empapada parecía el sitio más cálido y confortable en el que podía estar, porque estaba con él.
-Parece que vamos a quedarnos aquí un tiempo- Dijo Ricardo pasando una de sus manos por la mejilla de Arabella. Ella lo miro con esos ojos verdes como perdidos en un bosque inmenso del que no había salida. –Tengo una idea- comenta resuelta apartando la mirada de los ojos castaños de Ricardo. Nunca le podría sujetar la mirada, aquella mirada que transmitía tanto solo con el brillo de los ojos y una sonrisa rota y torcida que solo le inspiraba ternura e inocencia. –Cada uno tiene que contar una historia, pero no cualquier historia, una historia que en verdad sorprenda al otro, tiene que dar un escalofrío al escucharla, tiene que tener ese sabor de boca que te deja un beso en el portal de casa a las dos de la mañana- hace una pausa, como si entre puntos suspensivos quisiera ocultar aquella idea incompleta. –Tan poética y dramática como siempre, gustos raros a juego con el alma de cada uno, supongo que es lo que siempre he querido- Ambos sonrieron tímidamente. –Pero ¿de qué quieres que trate exactamente? Ese escalofrío te lo puede dar una historia de pasión plagada de besos o un cuento de terror en el que todo acabe manchado en sangre.-
- ¿Y por qué no una mezcla de ambos? Mezclemos pasión con dolor, mezclemos amor con odio, cuéntame algo que me haga odiarte y desee poseerte al mismo tiempo. Creemos una historia de dos polos que acaben atrayéndose para crear la combinación perfecta de dulce dolor, excitante tortura.
Ricardo ve como en los ojos verdes de Arabella cada vez predomina más el negro de su pupila dilatada, ¿De verdad podría encontrar placer en una historia de dolor? Quizá era por eso por lo que seguía frente a él, por el placer al dolor del corazón. Se aclara la garganta y toma uso de esa improvisación y falta de planificación (como la que tenía en su su vida) y comenzó la narración.
“Se me viene a la mente la imagen del fuego, piensa en el fuego paseando por un campo solitario donde todo parece no encajar con él, donde todo lo que toca puede acabar ardiendo y destruido. De repente el fuego percibe algo, se para en el camino y observa una pequeña rosa, tan delicada con un tono rojo oscuro que se asemeja al carmín; pero algo raro ocurría en ella, se estaba helando, la fría escarcha de la madrugada de aquella tarde de enero la estaba marchitando cada vez más, notaba esa fina capa de hielo anunciando su final inevitable. Tendió la mano a la flor, tal vez ese calor siempre destructivo podría salvarla. La acaricia suavemente con los dedos y el hielo comienza a deshacerse como si la primavera se hubiera adelantado y un cálido rayo de sol llenase de vida la flor.
El fuego al ver emocionado que conseguía devolver la vida a la flor marchita, se acerca precipitadamente a cogerla y tocar sus pétalos, acariciar su tallo, necesitaba poseer esa única flor que había salvado y no destruido.
La flor se fundió en una llama, que crecía cada vez más y más, el fuego intentaba apagarla agarrándola, intentando que no se desvaneciera desesperadamente; pero no lo conseguía, contra más intentaba apagarla más ardía, hasta quedar reducida a cenizas; no había pétalos color carmín, no había tallos verdes, no había nada, solo un montón de ceniza, sombra de lo que un día fue hermoso.
El fuego desalentado, comenzó a llorar por la pérdida de su rosa, por la pérdida de la única flor en la que pudo aportar un ápice de vida y con la que su propia codicia murió con él. Lloraba y lloraba; y contra más lloraba el fuego se apagaba. Lo que antes era gran hoguera, se convirtió en llama y más tarde en una mísera ascua consumida en sus propias lágrimas, en su propia tristeza…”

Entre los dos se hizo el silencio. Ya solo se oía el tintineo de la lluvia revotando en el asfalto de la calle y la tierra mojada del parque. Todo era silencio, roto por la voz entrecortada de Arabella que asombrada consiguió susurrar “Tú tan fuego, yo tan ceniza…”

1 comentario:

  1. Muy bien Elena!
    La historia está muy bien. Críticas (las pides): en la voz del narrador mantén siempre la misma forma verbal; hay cambios de tiempo que no quedan bien, pero lo demás está muy bien, esa mezcla de los tres autores también.

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